Actualización Marzo 30, 2025 por Vito Martínez
Últimamente está de moda decir que en marketing digital lo mejor es fallar rápido. Que mientras más rápido falles, más rápido aprendes. Y te soy honesto: esa es una de las ideas más peligrosas que se han instalado en este mundo.
El problema no es fallar, el problema es usar esa frase como una excusa para hacer las cosas sin pensar. Hoy en día, muchos freelancers y marketers están apostando. Lanzan un anuncio, publican algo al azar y cruzan los dedos. Le llaman “probar”. Pero eso no es probar. Eso es apostar. Y ni siquiera es una apuesta inteligente.
La mayoría trabaja así: un solo anuncio, una sola lista, una sola idea. Cuando no funciona, dicen “fallé rápido”, como si eso los hiciera más estratégicos. Lo que no ven es lo que están perdiendo en el proceso: prospectos quemados, credibilidad, confianza. Porque fallar no solo cuesta tiempo. Cuesta autoridad.
Ahora, quiero contarte cómo lo hacen los profesionales de verdad. Piensa en una carrera de caballos. El apostador amateur elige un solo caballo y reza. El profesional hace una apuesta cruzada, cubriendo múltiples combinaciones para aumentar sus probabilidades de ganar. Claro, cuesta un poco más, pero multiplica sus opciones de éxito.
Eso es lo que hago en marketing. No apuesto por una sola carta. Quiero cuatro ofertas, cuatro creativos, cuatro públicos. Dieciséis combinaciones para encontrar un ganador. ¿Y si quince fallan? No importa. Con que una funcione, la escalo, la multiplico, y ahí está mi resultado.
El verdadero error no está en el anuncio que no funcionó, sino en el mensaje que no conecta. Porque si tu mensaje está apenas desalineado, no solo no convierte, sino que entrena a tu audiencia para ignorarte. El mercado no premia la intención, ni el esfuerzo. Premia la claridad, la precisión y la estrategia.
Hoy más que nunca, mientras el ruido digital crece y miles de negocios pelean por atención, lo que más valor tiene no es lo rápido que actúas, sino lo inteligente que lo haces. Lo que transforma tu negocio no es un golpe de suerte. Es tener un método, una estructura y un mensaje que realmente funcione.
Y eso es exactamente lo que seguiré compartiendo contigo en esta línea de contenidos: cómo pasar de freelancer a dueño de agencia, no desde la emoción, sino desde el valor, la estrategia y la ejecución real.
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