Ya sabes que una de las cosas que más me gusta es el fútbol y cada sábado sagradamente nos reunimos en los pastos de nuestro Club de Amigos de San Juan para compartir algunas horas del deporte rey, coronado casi con “desesperación” con los sobradamente mal ponderados terceros tiempos.

Pienso, a veces (si, a veces lo hago), que tener tiempo programado para el esparcimiento es una muy buena terapia para complementar las largas jornadas de trabajo. Compartir con los amigos es una forma de cultivar el buen trato a las personas y el intercambio de ideas que se necesita de cara al trabajo.
¿Que tiene que ver esto? Pues todo. Trabajo en desarrollar mi propia empresa y es lo que más me gusta por lo que estoy dedicando muchísimas horas a su desarrollo. Aunque es lo que quiero hacer, de todas formas genera estrés qué hay que sacar del cuerpo y mente para mantener el ritmo productivo que el proyecto requiere. Si solo usara las horas legales probablemente no me quedaría otra que marcar el paso. Esto, a pesar de que hace un tiempo creí que sería mejor trabajar menos para disfrutar más (lo que sea, pero siempre la familia está primero), no obstante eso deberá quedar para una etapa posterior, porque no existe otra forma de lograr los objetivos que me he planteado.